Vernos bajo una luz diferente – Harvard Gazette

En estos días, estamos rodeados de pantallas. Pero incluso antes de que los teléfonos y las tabletas se convirtieran en nuestros compañeros constantes, las proyecciones y las imágenes en movimiento capturaron nuestra imaginación. El significado de estas imágenes y cómo las vemos ha interesado durante mucho tiempo a Giuliana Bruno, profesora de Estudios Visuales y Ambientales de Emmet Blakeney Gleason.

En su nuevo libro “Atmospheres of Projection: Environmentality in Art and Screen Media”, considera las interrelaciones de la proyección, la atmósfera y el entorno, reclamando el concepto de “proyección” como una fuerza creativa positiva.

“Me vi obligado a pensar en las imágenes proyectadas porque estamos rodeados por ellas en el arte contemporáneo y en la vida. Tenemos pantallas en todas partes, en los museos y en nuestras casas”, dijo Bruno. “Y pensando en la historia, durante mucho tiempo nos han fascinado las sombras proyectadas por una fuente de luz sobre la superficie de una pared”. Ella se remonta a las pinturas rupestres, «imágenes en las paredes que tenían que ser vistas a la luz de las antorchas», y señala: «La proyección, nacida en la prehistoria, conecta la historia de la humanidad y la historia de la creatividad».

En los últimos tiempos, sin embargo, la idea de “proyección” ha adquirido connotaciones negativas, en gran parte porque el término en psicoanálisis significa la capacidad de desplazar los sentimientos de uno hacia otro. “Esto ha llegado a significar que cualquier cosa negativa desagradable en nosotros mismos puede transferirse a otra persona o a un espacio”, dijo.

Una asociación negativa también se remonta a Platón, cuya alegoría de la caverna convierte la proyección en engaño. “Los presos en la cueva vieron imágenes de personas ‘proyectadas’ en la pared y creyeron que estas sombras eran personas reales”, subrayó Bruno. “Así, se ve que las imágenes proyectan ilusiones”. Desde que la caverna de Platón se convirtió en una metáfora del cine, el espectador se convierte en una persona encerrada en un espacio, mirando pasivamente imágenes falsas e ilusorias proyectadas en las pantallas.

Para Bruno, esta lectura pierde el punto. “En realidad, el término proyección proviene originalmente de la alquimia”, explicó al describir el potencial del proceso proyectivo, a través del cual las sustancias pueden transformarse de una manera deseada y positiva. En su sentido original del siglo XV, la proyección se usaba “para indicar transformación. En alquimia, se refería a la posibilidad de que las materias cambiaran entre sí, afirmando positivamente la metamorfosis como forma de creación”.

Utilizando esta definición, acuñó el término “imaginación proyectiva” para describir una forma de estar abierto al cambio y a nuevas interpretaciones. La proyección nos permite vernos a nosotros mismos como conectados positivamente con otros seres y con el mundo exterior, y sentir este contacto como una energía potencial de transformación.

“Es afirmar la positividad de ser receptivos unos con otros y relacionarnos con nuestro entorno. Es entender que uno se beneficia de este tipo de transferencias entre personas, espacios y cosas”, dijo Bruno. Mirando las transformaciones que ocurren a través de la simpatía y la empatía, o cómo cambian nuestras atmósferas emocionales cuando dejamos entrar a otros, vio la urgencia de redescubrir el significado original de esta antigua palabra.

“Trabajo en estética y tengo una mente filosófica”, dijo. “Pero también me interesa la historia. Y cuando excavas en la historia o la etimología, te das cuenta de que este aspecto transformador estaba allí pero fue desfigurado. Etimológicamente, proyección es un acto de ‘arrojar’. Pero eso se convirtió en tirar, desechar”, dijo, notando las connotaciones negativas de esa frase. “En lugar de desechar, se podría decir que proyectar es una forma de lanzar hacia adelante, de avanzar”. En otras palabras, es un proceso que proyecta posibilidad.

Estas sutiles diferencias lingüísticas son importantes, dijo Bruno. Con la intención de “reimaginar estos conceptos, miro hacia atrás en la historia no solo para ver cómo este concepto de proyección se transformó con el tiempo, sino cómo puede transformar nuestro futuro”, agregó. “Me gustaría cambiar estas nociones para restablecer una política y una estética de la interrelacionalidad que pueda afectar la forma en que vivimos al afirmar la posibilidad y la potencialidad del cambio”.

Las artes, señaló, son clave: “Algunos de los síntomas y potenciales más importantes del cambio cultural y social emergen en las artes hoy en día”. Por ello, la segunda mitad del libro se centra en artistas contemporáneos como la cineasta Chantal Akerman y el artista de instalaciones Robert Irwin. “Interpreto y expongo cómo la imaginación artística está produciendo efectivamente una nueva atmósfera creativa, una nueva atmósfera cultural y una nueva estética”. En otras palabras, nuevas proyecciones.

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